2009/12/23

VETUSTA PASIÓN.


Vetusta Morla, conocido grupo español de música indie, en uno de sus temas nos habla de una de nuestras pasiones, la que se esconde detrás de nuestra ventana. Más acerca de Vetusta y su canción "Valiente", con claras referencias al teatro, a un clic.

Valentía. Sentimiento requerido para enfrentarte al escenario, o a la vida real.

Detrás de ti, una escena de alguna historia vivida o por vivir, con miles o millones de palabras por recordar, decir o repetir.
¿Lo ves? Ves que lo que es, no es. Lo que se adentra en ti a través de tus ojos no es la vida real sino una ficción creada para nutrir a la imaginación y suplir el agobio rutinario.
El personaje no te va a contar lo mejor de él, ni te va a ocultar lo peor. Simplemente va a mostrarse como es. Con sus vicios y sus virtudes. Sus logros y sus fallos.
Aunque siempre, para ti, se pone el mejor chaqué. Se viste con sus mejores galas para deleitarte con los cinco sentidos.

No se dice lo que se dice, ni se hace lo que normalmente se hace. Todo es al revés. Así es el teatro. Y es que ser valiente, en escena y en la calle, no es solo cuestión de suerte.

A veces uno no es él mismo, y como remedio se busca un disfraz mejor para que así se escondan las imperfecciones ocultas en nuestro ser.
Entonces, el personaje, se queda bailando; se envuelve en la danza de su disfraz hasta que las luces se apagan. Siente la música y baila para siempre. Debemos disculpar su osadía…

Los espectadores tienen que ver que nunca la persona en escena tiene su verdadero papel. Puede que un solo rol esté compuesto por la combinación de un poco de aquí y allá y que nunca sea el auténtico papel que le corresponde al actor.

El grupo español Vetusta Morla.

Una nube gris riega todo el jardín, incluídas las flores no probadas, no seducidas por el veneno del teatro.

Los sueños no se olvidan, y a veces volvemos a aquella escena que nunca acabó. Pero no perdimos del todo. Ser valiente no es solo cuestión de verte. Verte que me ves desde la butaca.

A veces no soy yo; procuro esconderme tras un disfraz mejor. Y actúo para aparentar ser otra persona, en otra escena, con otro verso y de otra vida.
Y bailo, bailo desmesuradamente hasta el apagón final. Discúlpame, disculpa mi osadía.

Y vosotros, vosotros pensad que ya no estoy. Que ése no era yo. Que el eco no es mi voz.
Ahora mejor, aplaude, y vámonos.
¡Que termine esta función!

Detrás de mí, una escena y mil frases que debo repetir y ves, lo que es, no es.

Apuntador, déme la voz, déme la voz, déme la voz…