2009/10/05

BENDITO BASTARDO


Sorpresa la mía cuando escuchando "La Estación Azul" en RNE, oí como Ignacio Elguero, escritor y presentador del susodicho programa, confesaba su sentimiento de odio hacia el gran Tarantino.
Mi reacción fue una mezcla entre estupefacción y desprecio, con un ápice de perplejidad , ya que no comprendía esa opinión tan dispar con respecto de la mía, y creo que con una gran parte de la población aficionada al cine. Mi criterio no comprendía que se estuviera obviando la maestría del director en cuestión, perceptible en escenas como en la que Jules ejecuta a sus víctimas recitando el versículo de Ezequiel por el que jura eterna venganza, o en la increíble BSO que recoge Kill Bill, donde Uma Truman sobresale en la interpretación y tiene el honor de compartir la realización del guión con su mentor, un regalo de cumpleaños que le marcaría para siempre. El comentario en concreto especificaba que en medio de la proyección de "Resevoir Dogs", debido a la sensación de burla que experimentó el afectado, éste tuvo que abandonar la sala en el momento, imagino, de la famosa tortura del policía, escena que quizás no nos agrade a los sentidos pero que a su vez lleva intrínseca cierta genialidad en la interpretación de un aunténtico demente llamado Vic Vega.
Una genialidad que se aprecia en todos y cada uno de los delirios de grandeza protagonizados por este personaje único en su especie, ya que quizás no se hermane con nadie y por eso lo podamos considerar el bastardo del séptimo arte.
Escribe su propio guión, como indica el cartel de White Label del que una vez más vuelve a ser imagen. Es, a la vez, admirado y repudiado, como los grandes más grandes.
Y casualmente, Reservoir Dogs forma parte del programa de proyección de películas que cada año ocupa las tardes de los jueves en Filosofía y Letras.
Puede que, a lo mejor, Tarantino y su obra, hasta sean una referencia imprescindible cuando hablamos de esto del cine, algo hasta ahora, incuestionable.

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